Relatos del diluvio

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Relato sumerio

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En otros textos sumerios

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A mi Humanidad, en su destrucción, yo la re... A Nintu yo remitiré el... de mis criaturas. Yo remitiré las personas a sus instalaciones. En las ciudades construirán los lugares consagrados a las leyes divinas. Y yo haré que su sombra sea reposada. De nuestros Templos, colocarán de nuevo los ladrillos en los santos lugares, Los lugares de nuestras decisiones, los restablecerán en los lugares consagrados. Dirigió el agua santa que apaga el fuego; Estableció los ritos y las sublimes leyes divinas. Sobre la tierra él...; y colocó el... Cuando An, Enlil, Enki y Ninhursag Hubieron formado la gente de cabeza negra,(64) La vegetación se desarrolló, lozana, sobre la tierra; Los animales, los cuadrúpedos de la campiña, fueron creados con arte. (han desaparecido unas 37 líneas al principio de la segunda columna) Cuando el... de la realeza hubo descendido del cielo, Cuando la sublime tiara y el trono real hubieron descendido del cielo, Cumplió con los ritos y las sublimes leyes divinas... Fundó las cinco ciudades en... lugares consagrados; Pronunció sus nombres e hizo de ellos centros del culto. La primera de estas ciudades, Eridu, la dio a Nudimmud, el Jefe; La segunda, Bad-tibira, la dio a... La tercera, Larak, la dio a Endurbilhursag; La cuarta, Sippar, la dio a Utu, el Héroe; La quinta, Shuruppak, la dio a Sud. Cuando hubo proclamado el nombre de estas ciudades, y hubo hecho de ellas centros del culto, Trajo... Y estableció la limpieza de los pequeños canales como... (De nuevo faltan otras 37 líneas) El diluvio... Así fue convenido... Entonces Nintu lloró como un...; La divina Inanna entonó una lamentación para su pueblo Enki tomó consejo de sí mismo. An, Enlil, Enki y Ninhursag...; Los dioses del cielo y de la tierra pronunciaron los nombres de An y de Enlil. Entonces Ziusudra, el rey, el pashishu (65)de..., Construyó un gigantesco... Humildemente, obediente, con respeto, él...; Ocupado cada día, constantemente él...; Trayendo toda clase de sueños, él...; Invocando al cielo y a la tierra, él... ... los dioses, una muralla...; Ziusudra, de pie a su lado, escuchó. «Mantente cerca de la muralla, a mi izquierda...; Cerca de la muralla, yo te diré una palabra, escucha mi palabra; Presta oído a mis instrucciones: Por nuestro..., un Diluvio va a inundar los centros del culto Para destruir la simiente del género humano... Tal es la decisión, el decreto de la asamblea de los dioses. Por orden de An y de Enlil..., Su realeza, su ley, le será puesto término.» Todas las tempestades, de una violencia extraordinaria, se desencadenaron al mismo tiempo. En un mismo instante, el Diluvio invadió los centros del culto. Cuando, durante siete días y siete noches, El Diluvio hubo barrido la tierra, Y el enorme navío hubo sido bamboleado por las tempestades, sobre las aguas, Utu salió, el que dispensa la luz al cielo y a la tierra. Ziusudra abrió entonces una ventana de su navío enorme, y Utu, el Héroe, hizo penetrar sus rayos dentro del gigantesco navío. Ziusudra, el rey, Se prosternó entonces ante Utu; El rey le inmoló un buey y sacrificó un carnero. An y Enlil pronunciaron: «Soplo del cielo, soplo de la tierra», por su... él se tendió, Y la vegetación, surgiendo de tierra, se elevó. Ziusudra, el rey, Se prosternó ante An y Enlil. An y Enlil cuidaron de Ziusudra: Le dieron una vida como la de un dios, Un soplo eterno como el de un dios, hicieron descender para él. Entonces, Ziusudra, el rey, Salvador del nombre de la vegetación y de la simiente del género humano, En el país de paso, el país de Dilmun, allí donde sale el sol, ellos Je instalaron. (No tenemos el final del poema)

Relato hebreo

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En el Bereshit o Genesis

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La lista de los descendientes de Adán es la siguiente: Cuando Dios creó al hombre, lo hizo semejante a él. Y al crearlos, los hizo varón y mujer, los bendijo y los llamó Hombre. Adán tenía ciento treinta años cuando engendró un hijo semejante a él, según su imagen, y le puso el nombre de Set. Después que nació Set, Adán vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas. Adán vivió en total novecientos treinta años, y al cabo de ellos murió. Set tenía ciento cinco años cuando fue padre de Enós. Después que nació Enós, Set vivió ochocientos siete años y tuvo hijos e hijas. Set vivió en total novecientos doce años, y al cabo de ellos murió. Enós tenía noventa años cuando fue padre de Quenán. Después que nació Quenán, Enós vivió ochocientos quince años y tuvo hijos e hijas. Enós vivió en total novecientos cinco años, y al cabo de ellos murió. Quenán tenía setenta años cuando fue padre de Mahalalel. Después que nació Mahalalel, Quenán vivió ochocientos cuarenta años y tuvo hijos e hijas. Quenán vivió en total novecientos diez años y al cabo de ellos murió. Mahalalel tenía setenta y cinco años cuando fue padre de Iéred. Después que nació Iéred, Mahalalel vivió ochocientos treinta años y tuvo hijos e hijas. Mahalalel vivió en total ochocientos noventa y cinco años, y al cabo de ellos murió. Iéred tenía ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Henoc. Después que nació Henoc, Iéred vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas. Iéred vivió en total novecientos sesenta y dos años, y al cabo de ellos murió. Henoc tenía sesenta y cinco años cuando fue padre de Matusalén. Henoc siguió los caminos de Dios. Después que nació Matusalén, Henoc vivió trescientos años y tuvo hijos e hijas. Henoc vivió en total trescientos sesenta y cinco años. Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó. Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando fue padre de Lamec. Después que nació Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años y tuvo hijos e hijas. Matusalén vivió en total novecientos sesenta y nueve años, y al cabo de ellos murió. Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando fue padre de un hijo, al que llamó Noé, diciendo: "Este nos dará un alivio en nuestro trabajo y en la fatiga de nuestras manos, un alivio proveniente del suelo que maldijo el Señor". Después que nació Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años y tuvo hijos e hijas. Lamec vivió en total setecientos setenta y siete años, y al cabo de ellos murió. Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet. Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron. Entonces el Señor dijo: "Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el hombre, porque este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte años". En aquellos días –y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad. Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón. Por eso el Señor dijo: "Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado –y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo– porque me arrepiento de haberlos hecho". Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor. Noé era un hombre justo, irreprochable entre sus contemporáneos, y siguió siempre los caminos de Dios. Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Pero la tierra estaba pervertida a los ojos de Dios y se había llenado de violencia. Al ver que la tierra se había pervertido, porque todos los hombres tenían una conducta depravada, Dios dijo a Noé: "He decidido acabar con todos los mortales, porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a destruir junto con la tierra. Constrúyete un arca de madera resinosa, divídela en compartimentos, y recúbrela con betún por dentro y por fuera. Deberás hacerla así: el arca tendrá ciento cincuenta metros de largo, treinta de ancho y quince de alto. También le harás un tragaluz y lo terminarás a medio metro de la parte superior. Pondrás la puerta al costado del arca y harás un primero, un segundo y un tercer piso. Yo voy a enviar a la tierra las aguas del Diluvio, para destruir completamente a todos los seres que tienen un aliento de vida: todo lo que hay en la tierra perecerá. Pero contigo estableceré mi alianza: tú entrarás en el arca con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. También harás entrar en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes, de todo lo que es carne, para que sobrevivan contigo; deberán ser un macho y una hembra. Irá contigo una pareja de cada especie de pájaros, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir. Además, recoge víveres de toda clase y almacénalos, para que te sirvan de alimento, a ti y a ellos". Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado. Entonces el Señor dijo a Noé: "Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras –también siete parejas de todas las clases de pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra. Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice". Y Noé cumplió la orden que Dios le dio. Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra, Noé tenía seiscientos años. Entonces entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del Diluvio. Y los animales puros, los impuros, los pájaros y todos los seres que se arrastran por el suelo, entraron por parejas con él en el arca, como Dios se los había mandado. A los siete días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra. Noé tenía seiscientos años, y era el decimoséptimo día del segundo mes. Ese día, desbordaron las fuentes del gran océano y se abrieron las cataratas del cielo. Y una fuerte lluvia cayó sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. Ese mismo día, habían entrado en el arca Noé, sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y las tres mujeres de sus hijos; y junto con ellos, los animales de todas las especies: las fieras, el ganado, los reptiles, los pájaros y todos los demás animales con alas. Todas las clases de seres que están animados por un aliento de vida entraron con Noé en el arca; y lo hicieron por parejas, machos y hembras, como Dios se lo había ordenado. Entonces el Señor cerró el arca detrás de Noé. El Diluvio se precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la tierra. Las aguas subían de nivel y crecían desmesuradamente sobre la tierra, mientras el arca flotaba en la superficie. Así continuaron subiendo cada vez más, hasta que en todas partes quedaron sumergidas las montañas, incluso las más elevadas. El nivel de las aguas subió más de siete metros por encima de las montañas. Entonces perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el ganado, las fieras, todos los animales que se arrastran por el suelo, y también los hombres. Murió todo lo que tenía un aliento de vida en sus narices, todo lo que estaba sobre el suelo firme. Así fueron eliminados todos los seres que había en la tierra, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y los pájaros del cielo. Sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca. Y las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días. Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a bajar. Se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la fuerte lluvia que caía del cielo. Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra; y al cabo de ciento cincuenta días ya habían disminuido tanto, que el decimoséptimo día del séptimo mes, el arca se detuvo sobre las montañas de Ararat. Así continuaron disminuyendo paulatinamente hasta el décimo mes; y el primer día del décimo mes aparecieron las cimas de las montañas. Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Y el vigesimoséptimo día del mes, la tierra ya estaba seca. Entonces Dios dijo a Noé: "Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca también a todos los seres vivientes que están contigo –aves, ganado o cualquier clase de animales que se arrastran por el suelo– y que ellos llenen la tierra, sean fecundos y se multipliquen". Noé salió acompañado de sus hijos, de su mujer y de las mujeres de sus hijos. Todo lo que se mueve por el suelo: todas las bestias, todos los reptiles y todos los pájaros salieron del arca, un grupo detrás de otro. Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche". Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre. Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo. Otro hombre derramará la sangre de aquel que derrame sangre humana, porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla". Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: "Además, yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra". Dios añadió: "Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra. Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, me acordaré de mi alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales. Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra. Este, dijo Dios a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los mortales". Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. A partir de estos tres hijos de Noé, se pobló toda la tierra. Noé se dedicó a la agricultura y fue el primero que plantó una viña. Pero cuando bebió vino, se embriagó y quedó tendido en medio de su carpa, completamente desnudo. # Cam, el padre de Canaán, al ver a su padre desnudo, fue a contárselo a sus hermanos, que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo pusieron los dos sobre la espalda y, caminando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre. Como sus rostros miraban en sentido contrario, no vieron a su padre desnudo. Cuando Noé despertó de su embriaguez y se enteró de lo que había hecho su hijo menor, dijo: "¡Maldito sea Canaán! Él será para sus hermanos el último de los esclavos". Y agregó: "Bendito sea el Señor, Dios de Sem, y que Canaán sea su esclavo. Que Dios abra camino a Jafet, para que habite entre los campamentos de Sem; y que Canaán sea su esclavo". Después del Diluvio, Noé vivió trescientos cincuenta años, y en total, vivió novecientos cincuenta años. Al cabo de ellos, murió. Los descendientes de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet –que tuvieron hijos después del Diluvio– fueron los siguientes: Los hijos de Jafet fueron Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mésec y Tirás. Los hijos de Gómer fueron Asquenaz, Rifat y Togarmá. Los hijos de Javán fueron Elisá, Tarsis, los Quitím y los Rodaním. Estos fueron los hijos de Jafet, y a partir de ellos, se expandieron las naciones marítimas por sus respectivos territorios, cada una con su lengua, sus clanes y sus nacionalidades. Los hijos de Cam fueron Cus, Misraim, Put y Canaán. Los hijos de Cus fueron Sebá, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá. Los hijos de Ramá fueron Sebá y Dedán. Cus fue padre de Nemrod, que llegó a ser el primer guerrero sobre la tierra. Él fue un valiente cazador delante del Señor. Por eso se dice: "Valiente cazador delante del Señor como Nemrod". Babilonia, Erec y Acad –todas ellas están en la región de Senaar– fueron el núcleo inicial de su reino. De esa región salió para Asur, y edificó Nínive, con sus plazas urbanas, Calaj, y Resen, entre Nínive y Calaj. Está última era la capital. Misraim fue padre de los pobladores de Lud, Anám, Lehab, Naftuj, Patrós y Casluj, y también de los pobladores de Caftor, de donde salieron los filisteos. Canaán fue padre de Sidón, su primogénito, y de Het; también de los jebuseos, de los amorreos, de los guirgasitas, de los jivitas, de los arqueos, de los sineos, de los arvaditas, de los semaritas y de los jamateos. Más tarde se expandieron los clanes de los cananeos, y sus fronteras llegaron desde Sidón hasta Gaza por el camino de Guerar; y hasta Lesa, yendo hacia Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím. Estos fueron los hijos de Cam, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos territorios y nacionalidades. También le nacieron hijos a Sem, el padre de todos los hijos de Eber y el hermano mayor de Jafet. Los hijos de Sem fueron Elám, Asur, Arpaxad, Lud y Arám. Los hijos de Arám fueron Us, Jul, Guéter y Mas. Arpaxad fue padre de Sélaj y este fue padre de Eber. Eber tuvo dos hijos: el nombre del primero era Péleg, porque en su tiempo se dividió la tierra. Su hermano se llamaba Ioctán. Ioctán fue padre de Almodad, Sélef, Jasarmávet, Iéraj, Hadorám, Uzal, Diclá, 28 Obal, Abimael, Sebá, Ofir, Javilá y Iobab. Todos estos fueron hijos de Ioctán. Los lugares donde residieron se extendían desde Mesa, en dirección a Sefar, hasta la montaña de Oriente. Estos fueron los hijos de Sem, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos territorios y nacionalidades. Estos fueron los clanes de los hijos de Noé, según sus orígenes y nacionalidades. A partir de ellos, las naciones se expandieron sobre la tierra después del Diluvio.

Relato griego

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En Critias

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TIMEOS: ¡Cuán agradecido estoy, Sócrates, de que he llegado, y, como un viajero cansado después de un viaje largo, puede descansar! Y mi ruego siempre es a quién siendo mayor, y ha sido ahora revelado a mí, garantizar que mis palabras puedan perdurar, ya que le han sido dichas dentro de lo que es verdadero y aceptable; pero si he dicho sin intención cualquier cosa equivocada, ruego que él imponga sobre mí un castigo justo, y la recompensa justa para aquel que yerre queriendo hacer lo recto. Deseando, entonces, hablar la verdad en el futuro referente a la generación de los dioses, les ruego que me den la sabiduría, que de todas las medicinas es la más perfecta y la mejor. Y ahora, habiendo ofreciendo mi ruego, me entrego al argumento de Critias, que debe hablar a continuación según nuestro acuerdo.

CRITIAS: Y yo, Timeo, acepto la confianza, y como usted al principio ha dicho que iba a hablar de altas materias y me ha pedido que si pudiera mostrarle una cierta paciencia, pido también el mismo o la mayor paciencia qué yo tengo acerca de lo he de decir. Y aunque sé muy bien que mi petición puede parecer algo ambiciosa y descortés, sin embargo, yo debo hacerla. ¿Puede el hombre con criterio negar que usted ha hablado bien?. Procuraré solamente mostrar que nadie puede tener más indulgencia que usted, porque mi tema es más difícil; y argumentaré eso porque me parece que hablar bien de los dioses a los hombres es lejos más fácil que hablar bien de los hombres a los hombres: ante la inexperiencia y la ignorancia completa de sus oyentes sobre cualquier tema, es de gran ayuda para aquel que tenga que hablar de ello, puesto que sabemos cuan ignorantes somos en lo referente a los dioses. Pero quisiera hacer mí significado más claro, si usted me sigue. Todo que lo sea dicho por cualesquiera de nosotros sólo puede ser representación e imitación; si consideramos la semejanza que hay entre lo que hace un pintor de un cuerpo divino y lo celestial, y los diversos grados de satisfacción con que el ojo espectador lo recibe, nosotros estamos satisfechos con lo que vemos del artista que tiene el poder de imitar la tierra y sus montañas en cualquier grado, y los ríos, y los bosques, y el universo, y las cosas que comprende y que se mueven, y además, esa sabiduría nada exacta sobre tal materia, nosotros no examinamos o analizamos lo pintado; todo lo que se requiere en cierta medida un modo indistinto y engañoso de representarlas vagamente. Pero cuando una persona se esfuerza para pintar la forma humana, somos rápidos en descubrir defectos, y nuestro conocimiento familiar nos hace jueces severos de quién no cumple con cada aspecto de la semejanza. Y podemos observar que la misma cosa sucede en el discurso; estamos satisfechos con un cuadro de cosas divinas y celestiales que tienen un grado muy pequeño de semejanza; pero somos más precisos en nuestra crítica de cosas mortales y humanas. Mas adelante, si mi discurso no puede expresar convenientemente su significado, usted debe excusarme, considerando que formar semejanzas aprobadas de cosas humanas es el revés de lo fácil. Esto es lo que deseo sugerir a usted, y en el mismo momento de pedir, Sócrates, que pueda tener no menos, sino que me conceda más indulgencia en lo que estoy a punto de decir. Por favor, si tengo razón en pedir, espero que usted este listo para concedérmelo.

SOCRATES: Ciertamente, Critias, concederemos su petición, y concederemos por igual con anticipación a Hermócrates, así como a usted y Timeo; yo no tengo ninguna duda que cuando llegue su turno dentro de un rato, él haga la misma petición que usted ha hecho. En orden entonces, de que él puede proveer por sí mismo un nuevo comienzo, y no ser obligado a decir las mismas cosas una vez finalizado lo suyo, déjelo entender que la indulgencia es concedida ya por anticipado a él. Y ahora, amigo Critias, anunciaré a usted el juicio del teatro. Ellos son de opinión que el ejecutante último era maravillosamente exitoso, y que usted necesitará mucha indulgencia antes de que pueda tomar su lugar.

HERMOCRATES: La advertencia, Sócrates, que a usted le ha dirigido, también debe llegarme. Pero recuerde, Critias, que un corazón débil nunca ha conquistado un trofeo; y por esto usted debe enfrentar el argumento como un hombre. Primero invoque a Apolo y a las Musas, y a continuación oigámosle sonar las alabanzas y mostrar las virtudes de los ciudadanos antiguos.

CRITIAS: Amigo Hermócrates, usted, que se coloca por último y tiene otro delante de usted, no ha perdido el corazón aún; la gravedad de la situación pronta será revelada a usted; mientras tanto, acepto sus exhortaciones y estímulos. Pero además de los dioses y de las diosas que usted ha mencionado, invocaría especialmente a Mnemosyne; pues para toda la parte importante de mi discurso dependo de su favor, y si puedo recolectar, y recitar bastante lo qué fue dicho por los sacerdotes y traído por Solón, no dudo que satisfaré las exigencias de este auditorio. Y ahora, no habiendo más de excusa, procederé. Déjeme comenzar observando primero que nada, que nueve mil eran la suma de los años que habían transcurrido, desde la guerra que se dijo ocurrió entre los que moraron fuera de las columnas de Hércules y todos lo que moraron dentro de ellas; esta guerra es la que voy a describir. De los combatientes de un lado, la ciudad de Atenas fue señalada como el líder y que luchó hasta el fin de la guerra; en la otra cara, los combatientes eran liderados por los reyes de la Atlántida, que, como decía, era una isla mayor en extensión que Libia y Asia, y que después del hundimiento por un terremoto, se convirtió una barrera infranqueable de fango, que por lo tanto, impidió que los viajeros navegaran a cualquier parte del océano. El progreso de la historia revelará las varias naciones de bárbaros y de las familias de helenos que entonces existieron, cuando sucesivamente aparecen en la escena; pero debo describir primero a todos los atenienses de ese día, y sus enemigos que lucharon con ellos, y también las potencias y los gobiernos respectivos de los dos reinos. Demos la precedencia a Atenas. En los días antiguos, los dioses tenían la tierra entera distribuida entre ellos por asignación. No hubo pelea; para que ustedes no supongan que los dioses no sabían cuánto era apropiado que cada uno tuviera, o, sabiendo esto, que intentaran procurar para sí mismos lo que pertenecía más correctamente a otros. Todos obtuvieron lo que desearon en un reparto justo, y poblaron sus propios distritos; y cuando tuvieron sus poblados, atendieron sus posesiones como los pastores cuidan a sus rebaños, exceptuando solamente que no utilizaban silbidos o la fuerza corporal, como hacen los pastores, sino nos gobernaron como pilotos desde la popa de un navío que es una manera fácil de dirigir animales, dirigiendo nuestras almas por el timón de la persuasión según su propio placer; así dirigieron a todas las criaturas mortales. Ahora diversos dioses tenían sus asignaciones en distintos lugares que fijaron en orden. Hefaistos y Atenea, que eran hermano y hermana, y salieron del mismo padre, tenían una naturaleza común, y estando unidos también en el amor a la filosofía y el arte, ambos obtuvieron como su porción común esta región, que fue adaptada naturalmente para la sabiduría y la virtud; y allí implantaron a hijos valientes en la tierra, y pusieron en sus mentes el orden del gobierno; se preservan sus nombres, pero sus acciones han desaparecido por causa de la destrucción de aquellos que sufrieron la tradición, y del lapso de las edades. Cuando hubo algunos sobrevivientes, como ya he señalado, ellos eran hombres que moraban en las montañas y eran ignorantes del arte de la escritura, y habían oído solamente los nombres de los jefes de la tierra, pero muy poco sobre sus acciones. Sus nombres les fueron dados a sus hijos; pero de las virtudes y las leyes de sus predecesores, los sabían solamente por tradiciones obscuras; y como a ellos mismos y a sus hijos les faltó por muchas generaciones lo indispensable de la vida, dirigieron su atención a suplir sus necesidades, y de ellas conversaron, olvidándose primero de los acontecimientos que habían sucedido en largas épocas del pasado; ya que la mitología y las preguntas de la antigüedad se introducen primero en ciudades cuando comienzan a tener ocio y cuando ya ven que se han proporcionado lo indispensable de la vida, pero no antes. Y ésta es la razón por la que los nombres de los antiguos se han preservado en nosotros y no sus acciones. Esto lo deduzco porque Solón dijo que los sacerdotes, en su narrativa de esa guerra, mencionaron la mayoría de los nombres que se registran antes de la época de Teseo, tal como Cecrops, y Erechtheus, y de Erichthonius, y Erysichthon, y los nombres de las mujeres de modo semejante. Más aún, puesto que las acciones militares eran entonces campo común a los hombres y mujeres, los hombres de esos días, de acuerdo con la costumbre del tiempo, instalaron una figura e imagen de la diosa con armadura completa, para que fuesen testimonio de que todos los animales que se asocian juntos, tanto varón como hembra, pueden practicar en común, porque les place, la virtud que pertenece a ellos sin distinción de sexo. Ahora el país fue habitado en esos días por varias clases de ciudadanos; había artesanos, y habían granjeros, y habían también una clase del guerrero originalmente establecida por separado por los hombres divinos. Los últimos moraba por sí mismos y tenían todas las cosas convenientes para su sustento y su educación; ni tampoco tenían ninguno alguna cosa propia, pero miraron todos lo que tenían como propiedad común; ni demandaban recibir de los otros ciudadanos cualquier cosa más que su alimento necesario. Y practicaron todas las búsquedas que describimos ayer como las de nuestros guardas imaginarios. Referentes al país, que los sacerdotes egipcios dijeron que no es solamente probable, sino verdad absoluta, que los límites estaba en esos días fijados por el Itsmo, y ése en la dirección del continente que ellos extendieron hasta las alturas de Cithaeron y de Parnes; la línea del límite bajaba en la dirección del mar, teniendo el distrito de Oropus en la derecha, y con el río Asopus como el límite a la izquierda. La región era la mejor del mundo, y podía por lo tanto en esos días, sustentar a un ejército extenso, organizado con la gente circundante. Incluso el remanente de Attica que ahora existe puede compararse con cualquier región en el mundo por la variedad y la excelencia de sus frutas y lo adecuado de sus pastos para toda clase de animales, lo que prueba lo que estoy diciendo; pero en esos días el país era justo como ahora y rendimiento producido lejos más abundante. ¿Cómo confirmar mis palabras y qué parte de ella se puede de verdad llamar un remanente de la tierra que entonces había?. El país entero es solamente un largo promontorio extendido lejos en el mar, lejos del resto del continente, mientras que la cuenca circundante del mar es profunda por todas partes en la vecindad de la costa. Muchos grandes diluvios han ocurrido durante los nueve mil años, porque ése es el número de los años que han transcurrido desde el tiempo del cual estoy hablando; y durante todo éste y a través de muchos cambios, nunca ha poseído ninguna acumulación considerable de la tierra que baja de las montañas, como en otros lugares, la tierra de todo alrededor ha caído lejos y se ha hundido una gran cantidad. La consecuencia es, que en comparación con lo que entonces había, quedan tan sólo los huesos del cuerpo perdido, como puede ser llamada, como en el caso de islas pequeñas, donde todas las partes más ricas y más suaves del suelo caen lejos, y queda el mero esqueleto de la tierra que se fue. Pero en el estado primitivo del país, sus montañas eran colinas altas cubiertas con sedimentos, y los llanos, como son llamados por nosotros, de Phelleus estaban llenos de tierra rica, y había abundancia de madera en las montañas. De este último todavía sigue habiendo los rastros, porque aunque la nieve de la montaña proporciona sólo algo de alimento a las abejas, no hace mucho tiempo todavía se podían ver techos con la madera cortadas de los árboles que crecían allí, la cual tenía tamaño suficiente para cubrir las casas más grandes; y había muchos otros árboles altos, cultivados por el hombre y presencia de abundancia de alimento y ganados. Más aún, la tierra obtenía el beneficio de la caída anual de lluvia, no como ahora que el agua que fluye a descubierto de la tierra al mar, pero teniendo abundancia en todo lugar, y recibir y atesorar parte de ella en lugares cerrados del suelo, en depresiones de altura, y proporcionar por todas partes abundantes fuentes y ríos, todavía es posible observar en silenciosos lugares sagrados, los vestigios allí donde una vez existió una fuente; y esto prueba la verdad de lo que estoy diciendo. Tal era el estado natural del país, que fue cultivado, como muy bien podemos creer, por verdaderos campesinos, que supieron dirigir bien sus negocios, y eran amantes del honor, y de una naturaleza noble, y tenían el mejor suelo del mundo, y abundancia de agua, y en el cielo un templado clima. Ahora la ciudad en esos días fue arreglada sabiamente. En el primer lugar la Acrópolis no estaba como ahora. (112) El hecho es que una sola noche de lluvia excesiva lavó lejos la tierra y puso al descubierto la roca; al mismo tiempo hubo temblores, y después ocurrió una inundación extraordinaria, que fue la tercera antes de la gran destrucción de Deucalion. Pero en épocas primitivas la colina del Acrópolis se extendió al Eridanus y al Ilissus, e incluyó el Pnyx en una cara, y el Lycabettus como límite en la cara opuesta al Pnyx, y estaba toda bien cubierta con la tierra, y llana en la cima, excepto en un o dos lugares. Fuera del Acrópolis y bajo los costados de la colina, moraban los artesanos, y tal como los campesinos labraban la tierra cerca; la clase guerrera moró por sí mismos alrededor de los templos de Atenea y de Hephaestus en la cumbre, donde más aún ellos habían incluido una sola cerca como el jardín de una única casa. En la cara del norte tenían viviendas en un campo común y habían erigido pasillos para cenar en invierno, y tenían todos los edificios que necesitaron para su vida común, además de los templos, pero no había en ellos adornos con oro y plata, porque no hicieron uso alguno de ellos para ningún propósito; tomaron un nivel medio entre la pobreza y la ostentación, y construyeron casas modestas en las cuales ellos y los hijos de sus hijos crecieron, y les dieron ayuda a otros que eran como sí mismos, siempre iguales. Pero en verano salían de sus jardines y pasillos y gimnasios, y entonces la cara meridional de la colina era usada por ellos para el mismo propósito. Donde ahora está el Acrópolis había una fuente, que fue estrangulado por el terremoto, y ha dejado solamente unos chorros pequeños que todavía existen en la vecindad, pero en esos días la fuente dio un manantial abundante de agua para todos y de temperatura conveniente en verano y en invierno. Así fue cómo moraron, siendo los guardas de sus propios ciudadanos y los líderes de los helenos, que eran sus seguidores dispuestos. Y tuvieron cuidado de preservar el mismo número de hombres y de mujeres siempre, siendo tantos como eran requeridos para propósitos guerreros, es decir, cerca de veinte miles. Tales eran los atenienses antiguos, y de que esta forma ellos administraban virtuosamente su propia tierra y el resto del Hélade; siendo ellos famosos por toda Europa y Asia por la belleza de sus personas y por las muchas virtudes de sus almas, y de todos los hombres que vivieron en esos días, eran los más ilustres. Y a continuación, si no me he olvidado de lo que oí cuando era un niño, enseñaré a ustedes el carácter y el origen de sus adversarios. Los amigos no se deben guardar sus historias para sí mismos, sino tenerlas en común. Sin embargo, antes de ir más allá con en la narración, debo advertirles, que ustedes no deben ser sorprendidos si quizás oye nombres helénicos dados a los extranjeros. Le diré la razón de esto: Solón, que se proponía utilizar el cuento para su poema, investigó en el significado de los nombres, y encontró que los primeros egipcios, al escribirlos, los habían traducido a su propio idioma, y él, recuperó el significado de varios nombres, y al volverlos a copiar, los tradujo a nuestro idioma. El padre de mi abuelo, Drópides, tenía la escritura original, que todavía está en mi posesión, y fue estudiado cuidadosamente por mí cuando era un niño. Por lo tanto, si usted oye nombres que se utilizan en este país, usted no debe ser sorprendido, porque he dicho cómo fueron presentados. El cuento, que era de gran longitud, comenzó como sigue: He recalcado antes, hablando del reparto efectuado por los dioses, de que distribuyeron la tierra entera en porciones de diferentes tamaños, e hicieron para ellos templos e instituyeron sacrificios. Y Poseidón, recibiendo para sí la isla de Atlántida, tuvo hijos de una mujer mortal y los instaló en una parte de la isla, que describiré. Mirando hacia el mar, pero en el centro de la isla misma, había un llano que se dice fue el más hermoso de todas las planicies y muy fértil. Cerca de la misma llanura, y también en el centro de la isla, a una distancia de cerca de cincuenta estadios, había una montaña no muy alta por ninguno de sus lados. En esta montaña moró uno de los virtuosos hombres mortales de ese país, cuyo nombre era Evenor, y él tenía una esposa nombrada Leucippe, y tenían una única hija que fue llamada Cleito. La virgen había alcanzado ya la pubertad, cuando su padre y madre murieron; Poseidón se enamoró de ella y tuvo relaciones con ella, y rompiendo la tierra alrededor, incluida la colina en la cual ella moró, hizo zonas alternas de mar y tierra más grandes y más pequeñas, cercando una de la otra; haciendo dos de tierra y tres del agua, a la que él dio vuelta como con un torno, cada uno tenía su circunferencia equidistante desde el centro, de modo que ningún hombre pudiera llegar a la isla ni aunque lo hicieran navegando. Él mismo, siendo un dios, no tuvo ninguna dificultad en hacer arreglos especiales para el centro de la isla, trayendo dos manantiales desde debajo de la tierra, una de agua caliente y otra fría, e hizo que se originara toda clase de alimentos desde la abundancia del suelo. Él también tuvo y crió cinco pares de niños gemelos masculinos; y dividiendo la isla de Atlántida en diez porciones, le dio al primer nacido del par de mellizos mayores la morada de su madre y le asignó todo lo circundante, que era lo más grande y mejor, y lo hizo rey sobre el resto; a los otros los hizo príncipes, y les dio autoridad sobre muchos hombres, y de un territorio grande. Y él les dio nombre a todos; al mayor, que era el primer rey, lo nombró a Atlas, y en honor a él la isla entera y el océano fueron llamados Atlántico. Su hermano gemelo, quien nació después de él, obtuvo como su porción la extremidad de la isla hacia las columnas de Hércules, de cara a la que ahora se llama región de Gades en aquella parte mundo, su nombre en lenguaje helénico es Eumelus, en lenguaje de su país es Gadeirus, nombrado en honor a él. Del segundo par de gemelos él llamó a uno Ampheres, y al otro Evaemon. Al mayor del tercer par de gemelos él dio el nombre conocido de Mneseus, y Autochthon a quién lo siguió. Del cuarto par de gemelos él llamó Elasippus al mayor, y Mestor al más joven. Y del quinto par de mellizos, él dio al mayor el nombre de Azaes, y al más joven de ellos Diaprepes. Todo ellos y sus descendientes por muchas generaciones fueron los habitantes y gobernadores de diversas islas en el mar abierto; y también, como se ha dicho ya, influyeron en nuestra dirección por todo el país dentro de las columnas tan lejos como Egipto y Tirrenia. Ahora Atlas tenía una familia numerosa y honorable, y conservaron el reino, el mayor de los hijos lo traspasaba al mayor de sus descendientes por muchas generaciones; y tenían tal cantidad de bienestar como nunca antes fue poseído por reyes y potentados, y no es probable que ocurra otra vez, y fueron equipados con todo que necesitaban en la ciudad y en el campo. Debido a lo grandioso de su imperio muchas cosas les fueron traídas de países extranjeros, y la isla misma proporcionó la mayoría de lo qué fue requerido para las necesidades de la vida. En primer lugar, cavaron la tierra que era sólida para buscar allí lo que podía dar, y que ahora es solamente un nombre y era entonces algo más que un nombre, oricalcum, que era extraído en muchas partes de la isla, siendo más precioso en esos días que cualquier cosa excepto el oro. Había abundancia de madera para el trabajo de los carpinteros, y suficiente alimento para los animales domésticos y salvajes. Además, había una gran cantidad de elefantes en la isla, siendo ese el animal más grande y más voraz de todos; pues había disposición para todo tipo de animales, para los que viven en los lagos y los pantanos y los ríos, y también para los que viven en las montañas y en las llanuras, de manera que también había alimento para el más grande y feroz de todos. También crecían y prosperaban en esa tierra las cosas más fragantes que ahora hay en la tierra, ya fuesen raíces, o hierbas, o maderas, o esencias que destilan de la fruta y de la flor; también fruta que admitía su cultivo, de tipo seca, que se nos puede dar para alimento y cualquier otra que nosotros utilizamos para alimentarnos que llamamos a todas por nombre común legumbres, y fruta que tiene una dura cáscara, que produce bebida y carne y ungüento, y buenos almacenes de castañas y similares, que suministran placer y diversión, y fruta que se estropea si se almacena, y placenteros tipos de postres, con los que nos consolamos después de cenar, cuando estamos cansado de comer -todos esto tenía cabida en la isla sagrada bajo la luz del sol, que se ponía de manifiesto en justa y maravillosa e infinita abundancia. Con tales bendiciones que la tierra libremente los dotó; ellos, mientras, construyeron sus templos y palacios y puertos y muelles. Y arreglaron el país entero de la forma siguiente:- - Primero que todo hicieron puentes sobre las zonas del mar que rodeaba la antigua metrópoli, haciendo un camino a y desde el palacio real. Y muy al comienzo construyeron el palacio en la morada del dios y de sus antepasados, que continuaron adornando en generaciones sucesivas, cada rey sobrepasó a quién fue antes el máximo poder, hasta que hicieron del edificio un símbolo de su autoridad por su tamaño y por su belleza. Y comenzando desde el mar cavaron un canal de trescientos pies de anchura y de cien pies de profundidad y cincuenta estadios de longitud, que atravesó la mayoría de la zona, haciendo un paso desde mar hasta él, que se convirtió en un puerto, y dejando una apertura suficiente para permitir el ingreso a las embarcaciones más grandes. Además, dividieron en los puentes las zonas de la región, que dividían las áreas del mar, dejando sitio para el paso de un solo trireme de una zona en otra, y concluido el paso, llenaron los canales para dejar una vía debajo para las naves; siendo las orillas levantadas considerablemente sobre el agua. Ahora, la más grande de las zonas en las cuales fue cortado un paso de éstos era de tres estadios de anchura, y la zona de la región que vino después fue de anchura igual; pero las dos zonas siguientes, una de agua, otra de mar, eran de dos estadios, y el que rodeó la isla central era de un estadio solamente en anchura. La isla en la cual el palacio fue situado tenía un diámetro de cinco estadios. Todo esto incluyendo las zonas y el puente, que era la sexta parte de un estadio en anchura, rodeó la metrópoli antigua, haciendo un camino a y desde el palacio real, que fue rodeado por una pared de piedra en cada cara, poniendo torres y puertas en los puentes donde el mar pasaba. La piedra que fue utilizada en el trabajo se extrajo de abajo de la isla central, y de abajo de las zonas cercanas tanto del lado externo como del lado interno. Una clase era blanca, otra negra, y una tercera roja, y como excavaron, al mismo tiempo ahuecaron afuera gradas dobles, haciendo azoteas formadas de la roca nativa. Algunos de sus edificios eran simples, pero en otros pusieron juntas diversas piedras, variando el color a favor del ojo, y siendo una fuente natural de placer. El circuito entero de la pared, que estaba alrededor de la zona exterior, la cubrieron con una capa de bronce, y el circuito de la pared siguiente la cubrieron con estaño, y el tercero, que abarcó la ciudadela, centelleaba con la luz roja del cobre. Los palacios en el interior de la ciudadela fueron construidos en esta forma: en el centro había un templo sagrado dedicado a Cleito y a Poseidón, que seguía siendo inaccesible, y fue rodeado por un recinto del oro; éste era el punto donde la familia de los diez príncipes primero vieron la luz, y en el tercero la gente traía anualmente las frutas de la estación de todas las diez porciones de tierra, como ofrenda a cada uno de los diez. Aquí estaba el templo de Poseidón que era de un estadio en longitud, y la mitad de un estadio en anchura, y de una altura proporcionada, teniendo un aspecto barbárico extraño. Todo el exterior del templo, a excepción de los pináculos, lo cubrieron con plata, y los pináculos con oro. En el interior del templo el techo era de marfil, curiosamente labrado por todas partes con oro y plata y cobre; y en el resto de piezas, las paredes y los pilares y suelo, las cubrieron con cobre. En el templo colocaron las estatuas del oro: el dios mismo estaba parado en un carro -- el aurigas de seis caballos alados -- y de tal talla que tocó la azotea del edificio con su cabeza; alrededor de él había cientos de Nereidas cabalgando sobre delfines, representando el número de ellos de esos días. Había también en el interior del templo otras imágenes que habían sido dedicadas por las personas privadas. Y alrededor del templo en el exterior estaban colocadas las estatuas del oro de todos los descendientes de los diez reyes y de sus esposas, y había muchas otras grandes ofrendas de reyes y de personas privadas, venidas de la ciudad misma y de las ciudades extranjeras sobre las cuales gobernaban. Había un altar también, que era magnífico, por tamaño y artesanía, y palacios semejantes, respondiendo a la grandeza del reino y a la gloria del templo. En un lugar anexo, tenían fuentes, una de frío y otra de agua caliente, que fluía en graciosa abundancia; y estaban maravillosamente adaptados para el uso por causa de lo placentero y excelencia de sus aguas. Construyeron edificios alrededor de ellos y plantaron árboles convenientes, también hicieron cisternas, algunas abiertas al cielo, otras cubiertas, para ser utilizado en invierno como baños calientes; estaban los baños de los reyes, y los baños de las personas particulares, que fueron mantenidas separadas; y había baños separados para las mujeres, y para los caballos y ganados, y a cada uno de ellas proporcionaron tanto adorno como era apropiado. De las aguas que escurrían se llevaron algunas al bosquecillo de Poseidón, en donde crecía todo tipo de árboles de altura y de belleza maravillosa, producto de la excelencia del suelo, mientras que el resto era transportado por los acueductos a lo largo de los puentes a los círculos externos; y había muchos templos construidos y dedicados a muchos dioses; también los jardines y los lugares del ejercicio, algunos para los hombres, y otros para los caballos en las dos islas formadas en la zona; y en el centro de la más grande había un hipódromo de un estadio en anchura, y en longitud se extendía alrededor de la isla, para que los caballos corrieran. También había casas de guardias a intervalos, para los vigilantes más confiables a quiénes les era entregada la vigilancia de la pequeña zona, que era la más cercana el Acrópolis; mientras que los más confiables tenían las casas existentes dentro del ciudadela, cercanas a las personas de los reyes. Los muelles estaban llenos de triremes y de almacenes navales, y todas las cosas estaban absolutamente listas para ser usadas. Basta del plano del palacio real. Saliendo del palacio y saliendo a través de los tres puertos, usted veía el muro que comenzaba en el mar y todo alrededor: todo esto estaba a cincuenta estadios de distancia de la zona o puerto más grande, e incluyó el conjunto, los extremos que se encontraban en la boca del canal que conducía al mar. El área entera estaba densamente poblada con viviendas; y el canal y el más grande de los puertos estaban llenos de naves y comerciantes que venían de todas las regiones, que, por su número, mantenían un multitudinario sonido de voces humanas, y un estruendo ensordecedor y confuso de toda clase noche y día. He descrito la ciudad y los alrededores del antiguo palacio casi en las palabras de Solón, y ahora debo esforzarme para representar a usted la naturaleza y la disposición del resto de la región. El país entero según contó él, era muy alto y empinado en la cara del mar, pero el sector inmediatamente alrededor y rodeando la ciudad era un llano, circundado por montañas que descendían hacia el mar; era liso y uniforme, y de una dimensión de una variable oblonga, extendiéndose en una dirección tres mil estadios, pero a través del centro interior eran dos mil estadios. Esta parte de la isla miraba hacia el sur, y era protegida del norte. Las montañas circundantes eran celebradas por su número y tamaño y belleza, lejos más allá de cualesquiera que todavía existan, habiendo en ellas también muchas aldeas ricas de la gente del país, y ríos, y lagos, y prados proveyendo el alimento suficiente para cada animal, salvaje o domesticado, y mucha madera de varias clases, abundante para cada clase de trabajo. Ahora describiré el llano, como estaba formado por la naturaleza y por los trabajos de muchas generaciones de reyes con edades largas. Era en la mayor parte rectangular y oblonga, y donde terminaba la línea recta seguía la zanja circular. La profundidad, y la anchura, y la longitud de este foso eran increíbles, y daba la impresión que un trabajo de tal extensión, además de muchos otros, nunca habría podido ser artificial. Sin embargo debo decir lo que me dijeron. Fue excavado a la profundidad de cien pies, y su anchura era de un estadio por todas partes; fue llevada alrededor del conjunto del llano, y era de diez mil estadios en longitud. Recibía el torrente que bajaba de las montañas, y de la vuelta alrededor del llano y confluyendo en la ciudad, era de allí al mar. Más lejos tierra adentro, asimismo, los canales rectos de cien pies en anchura fueron cavados a través del llano, y los dejaban caer otra vez en el foso que conducía al mar: estos canales estaban en los intervalos de cien estadios, y por ellos transportaban abajo de las montañas la madera a la ciudad, y transportaron las frutas de la tierra en naves, cortando pasos transversales a partir de un canal en otro, y a la ciudad. Dos veces en el año recolectaron los frutos de la tierra -- en el invierno que tiene la ventaja de las lluvias del cielo, y en verano el agua que la región proveyó introduciendo torrente de los canales. En cuanto a la población, cada una de las parcelas en el llano escogió un líder para los hombres que estaban aptos para el servicio militar, y el tamaño de la porción era de diez estadios, y el número total de todas las parcelas era sesenta mil. Y de los habitantes de las montañas y del resto del país había también una vasta multitud, que estaba distribuida en las secciones y tenía líderes asignados por ellos según sus distritos y aldeas. Se requirió equipar al líder para la guerra, la sexta parte de ellos con carros de guerra, hasta hacer un total de los diez mil carros; también dos caballos y jinetes para ellos, y un par de caballos sin montura para los carros, acompañado de un jinete que podía luchar de pie llevando un escudo pequeño, y teniendo un aurigas que estaba parado detrás de los hombres con armadura para dirigir los dos caballos; también, equiparon a dos soldados con armadura pesada, dos arqueros, dos honderos, tres lanzadores de piedras y tres hombres con javalinas, con armadura ligera, y cuatro marineros como dotación de las mil doscientas naves. Así era el orden militar de la ciudad real y --aunque sea aburrido referirse a sus muchas diferencias- el orden de los otros nueve variados gobiernos. En cuanto a cargos y honores, el siguiente era el arreglo del primero. Cada uno de los diez reyes tenía el control absoluto de los ciudadanos en su propia división y en su propia ciudad, y, en la mayoría de los casos, de las leyes, castigando y matando a cualquiera que él quisiera. Ahora el orden de precedencia entre ellos y sus relaciones mutuas fue regulado por las disposiciones de la ley que Poseídon les había otorgado. Éstas fueron inscritas por los primeros reyes en un pilar del cobre, que estaba situado en el centro de la isla, en el templo de Poseidón, donde los reyes se reunían cada quinto y cada sexto año alternativamente, dando así igual honor al número impar y par. Y cuando estaban reunidas se consultaban sobre sus intereses comunes, e investigaban si habían transgresiones de cualquier tipo, y hacían un juicio, y antes de que empezara el juicio, ellos establecían sus compromisos de los unos con los otros de esta manera:- -Había toros que estaban a disposición del templo de Poseidón; y los diez reyes, estando solos en el templo, después de que hubiesen rezado al dios para que pudiesen capturar a la víctima que le era aceptable, atrapaban un toro, sin armas, pero con bastones y lazos; y el toro que capturaban lo conducían al pilar y cortaban su garganta en la parte de arriba, dejando que la sangre cayese sobre la inscripción sagrada. En el pilar, además de las leyes, estaba inscrito un juramento que invocaba poderosas maldiciones contra los desobedientes. Luego, después de matar el toro de la manera acostumbrada, se quemaban sus miembros, llenaban una fuente de vino y ponían un coágulo de la sangre para cada uno de ellos; el resto de la víctima la ponían en el fuego, después de haber purificado completamente alrededor de la columna. Después llenaban copas de oro con la fuente, y vertían una libación en el fuego, jurando que enjuiciarían según las leyes sobre el pilar, y que castigarían a cualquiera que hubiese transgredido alguna norma de ellas, y que para el futuro ellos, si no tenían auxilio, no ofenderían la escritura en el pilar, y ni se lo ordenarían a otros, y obedecerían a toda regla que lo ordenara, actuando sabiamente según los leyes de su padre Poseidón. Éste era la oración que cada uno de ellos elevaba para sí mismo y para sus descendientes, al mismo tiempo que bebían y consagraban la copa que bebió en el templo del dios; y después de haber cenado y satisfecho su necesidad, cuando llegaba la oscuridad, y el fuego sobre el sacrificio estaba frío, todos vestidos con hermosos trajes de azur, y sentándose en la tierra, en la noche, apagadas las ascuas de los sacrificios por los cuales habían jurado, y extinguido todo el fuego en el templo, recibían y daban juicio, si cualesquiera de ellos traía una acusación; y cuando habían emitido el juicio, al amanecer anotaban sus sentencias en una tablilla de oro, y dedicaban sus trajes para hacer un monumento conmemorativo. Había muchas leyes especiales que concernían a los respectivos reyes inscritos uno después de otros en los templos, pero la más importante era la siguiente. No debían tomar armas uno contra otros, y todos debían venir al rescate si alguno en cualquier ciudad intentaba trastornar la casa real; como sus antepasados, debían deliberar en forma común sobre la guerra y otras materias, dando la supremacía a los descendientes de Atlas. Y el rey no tenía poder sobre la vida y la muerte de ninguno de súbditos sin tener el consentimiento de la mayoría de los diez. Este era el vasto poder que el dios colocó en la isla perdida de Atlántida; y así actuó en contra de nuestra región por las razones siguientes, como la tradición dice: Por muchas generaciones, mientras la naturaleza divina permaneció con ellos, eran obedientes de las leyes, y bien intencionados con el dios, que era su origen; porque poseyeron verdad y grandeza espiritual en toda forma, uniendo gentileza con sabiduría en los diversos riesgos de la vida, y en las relaciones de unos con otros. Desdeñaron todo menos la virtud, sintiendo poco por sus vidas presentes, y pensaban tenuemente en la posesión de oro y de otros bienes, que les parecía solamente una carga; ni se intoxicaron con el lujo; ni la abundancia los privó de su autodominio; ellos siempre eran sobrios, y veían claramente que todos estos bienes eran sobrepasados por la virtud y amistad con otros, donde era muy grande la consideración y el respeto para ellos, se fueron perdiendo y la amistad con ellos. Con tales ideas y mientras permaneció con ellos la naturaleza divina, las cualidades que hemos descrito crecieron y aumentaron entre ellos; pero cuando la porción divina se comenzó a descolorar, y se diluyó también demasiado seguido en la mezcla con los mortales, entonces la naturaleza humana venció la mano superior, siendo ellos incapaces de sostener su fortuna, se hicieron indecorosos, y él que tenía un ojo para ver se desalentó visiblemente, porque ellos estaban perdiendo el más justo de sus regalos preciosos; pero los que no tenían ningún ojo para ver la verdadera felicidad, se sentían gloriosos y bendecidos al mismo tiempo cuando estaban llenos avaricia y de potencia irracional. Zeus, dios de dioses, quien gobierna según la ley, y con poder para ver tales cosas, percibió que una honorable raza estaba en dificultades, y deseando infligirles un castigo, para que pudieran corregirse y mejorar, convocó a todos los dioses en su más santa habitación, que, puesta en el centro mundo, es el soporte de todo lo creado. Y cuando los hubo reunido a todos, él les habló como sigue --**

(el resto del diálogo de Critias se ha perdido o jamás fue terminado)